Felipe VI, con elegancia pero con firmeza, ha 'destronado' en un plis plas las intenciones de los golpistas y, de paso,
le ha lanzado un claro e inequívoco mensaje a Pedro Sánchez ante sus intenciones de intentar repetir la jugada que ya perpetró con la moción de censura del 1 de junio de 2018.
El monarca español es el indudable protagonista este 21 de febrero de 2019 en las tribunas de opinión de la prensa de papel.
El editorial de ABC alaba las firmes palabras del Rey defendiendo la ley por encima de supuestas o recreadas democracias:
Su Majestad el Rey volvió a ofrecer ayer un excepcional testimonio de dignidad institucional al afirmar que "no es admisible apelar a una supuesta democracia por encima del Derecho".
Aunque Don Felipe no se refirió expresamente al separatismo catalán como destinatario,
sus palabras no pueden interpretarse de otra manera después de los testimonios que se están escuchando en el Tribunal Supremo
por parte de los líderes del independentismojuzgados por un delito de rebelión, o del huido Carles Puigdemont y de Joaquim Torra.
Los golpistas están argumentando sin excepción que la voluntad de los ciudadanos catalanes está por encima de cualquier criterio de legalidad;
que la ley en España es arbitraria; o que el derecho de autodeterminación está implícito en el deseo político de cada persona.
Luis Ventoso ve en el mensaje del Rey un claro recado a los golpistas, pero también a Pedro Sánchez: Aunque su mensaje fue inequívoco, el Rey tuvo la elegancia de evitar referencias concretas.
Pero es clarísimo su recado a los separatistas, e incluso a Sánchez, que estuvo palanganeando con la legalidad constitucional para intentar atornillarse a La Moncloa
(¿o acaso cabe en la Constitución que el Estado negocie bilateralmente con mandatarios regionales que demandaban la independencia y observadores externos?).
Sánchez ha incurrido en el abuso de utilizar al Rey en su libro para tratar de hacerse propaganda a costa del prestigio de Felipe VI.
Sánchez alardea de una presunta complicidad con el Monarca, cuando nunca lo ha defendido con el celo debido; cuando permitió que se despenalicen las injurias contra él;
cuando fijó una agenda internacional en la que ninguneó al Rey para darse pote, conocer mundo y hacer agenda para buscarse un futuro empleo.
El Mundo le recuerda a Sánchez que la complicidad con el Rey se gana a base de hechos, no de palabras: A Sánchez hay que exigirle que disponga todo lo necesario para evitarle al Rey el escrache humillante que la kale borroka de los CDR ya prepara para este domingo en la inauguración del Mobile World Congress de Barcelona.
Ojalá el firmante de Manual de resistencia hubiera observado el decoro institucional suficiente para no atribuir supuestos posicionamientos políticos a Felipe VI
con tal de enrolarlo a la fuerza en su campaña de márketing personal; pero puesto que es tarde para pedir tanto,
nos conformaríamos con que de aquí a las elecciones cumpla con su recién estrenado papel de firme defensor de la unidad de España frente al desafío independentista. Aunque solo sea por intentar ganar unas elecciones.
Javier Redondo, en El Mundo, sale a elogiar y a reforzar la imagen garantista que ofrece el rey Felipe VI: Con sus declaraciones,
los procesados por el 1-O, las leyes de ruptura y el 27-O justifican cada día su prisión preventiva. Pero también y, sobre todo, respaldan y acreditan que el Rey es el vértice de nuestra democracia.
Cuando deliran que cumplían ciegos "el mandato del pueblo" nos razonan sin querer y demuestran que la unidad de la nación, o sea,
la protección de la libertad e igualdad de todos los españoles depende en última instancia del soberano, que no es un igual.
Entre la protección del Estado y el redoble de la muchedumbre, siempre escogerá lo primero.
La Razón alaba la firmeza del monarca frente a quienes con argumentos falaces han tratado de romper la ley:
Dedicarse a desprestigiar las instituciones del Estado desde la Generalitat sirve de poco cuando delante se tiene una democracia plena como la española.
Es evidente que su mensaje no ha calado en el concierto internacional, y especialmente en la Unión Europea,
que debió reconocer el nacimiento del nuevo estado catalán proclamado el 27 de octubre, pero no lo hizo, como era de esperar.
España no es una dictadura, ni un estado autoritario, ni un país donde no se respetan los más elementales derechos humanos,
ni coarta la expresión del pueblo de Cataluña, gobernada por nacionalistas desde hace casi 40 años.
El Rey dejó claro ayer el compromiso de que la institución que representa con la Constitución y la democracia y la libertad en nuestro país.
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